Las fiestas navideñas vienen acompañadas siempre de mucha comida y generalmente mucho alcohol. ¿Piensas que el guayabo es solamente un estado de malestar pasajero que no te afecta demasiado? Aquí te contamos de qué se trata y qué es realmente lo que le pasa a tu cuerpo. Así se metaboliza el alcohol en tu cuerpo: 20% del alcohol que consumes se absorbe en el estómago y el otro 80% es absorbido en el intestino delgado. De allí pasa a la sangre y llega al hígado. Sólo entre 2 y 8% del alcohol se elimina a través de la orina, la sudoración y la respiración. El otro 98% es metabolizado por el hígado. Tres enzimas intervienen en el metabolismo del etanol (alcohol) pero la mayor parte del trabajo la hace la enzima alcohol deshidrogenasa (ADH) que se encuentra en mayor proporción en el hígado. Genéticamente las mujeres tienen menos de estas enzimas que los hombres y por ello son menos resistentes al alcohol. Las enzimas del hígado descomponen el etanol en acetaldehído y luego en ácido acético. El acetaldehído es 30 veces más tóxico que el etanol y por ello, hasta que el hígado no acaba de procesar la porción que es capaz de metabolizar, el resto de la sangre con alcohol sigue circulando por el cuerpo. Esa porción es de alrededor de 13 ml por hora, es decir, un solo trago. Los efectos del alcohol dependen de su concentración en la sangre y esta depende de qué tan rápido se absorbe, distribuye, metaboliza y excreta. Factores externos como la velocidad a la que se está bebiendo, el grado de alcohol de la bebida y si se tiene comida o no en el estómago (por la velocidad en que llega al intestino delgado) también influyen en los efectos. Y esto es lo que le ocurre a tu cuerpo cuando bebes: Es un desinhibidor que afecta las emociones. Genera cambios repentinos de humor, conductas arriesgadas y disminuye el autocontrol ¡Y no quieres ser el aguafiestas de la reunión! Afecta los procesos de pensamiento: baja la alerta, atención y memoria, y si estás pasando rico, ¡Qué tristeza no acordarte al otro día! Altera las funciones motoras: pierdes coordinación, equilibrio, reflejos y la capacidad de hablar claramente. Genera hipoglicemia (baja de azúcar en la sangre) y esto es lo que te da la sensación de fatiga, debilidad y disminución de la atención. Crea visión borrosa. Disminuye la frecuencia respiratoria. Te puede dar taquicardia o arritmias y la idea es ¡pasarlo bien! No sentirse mal. Hipertensión y vasodilatación periférica (por eso quienes beben se les pone la cara o las manos rojas). Irritación del estómago por exceso de ácidos. Excretas alrededor de 10% más de agua con aumento de la producción de orina y mayor pérdida de sales y minerales, lo que ayuda a que te sientas tan mal al otro día. Distención de la musculatura por deshidratación y bajos niveles de glucosa (esto es lo que da la sensación de debilidad en piernas y brazos). Manual de un bebedor responsable Si quieres tomarte uno que otro trago pero evitando los peligros del alcohol recuerda: Lo primero: si vas a beber no conduzcas. Por tu seguridad, la de tus seres queridos y de la comunidad. Que nunca te haya pasado nada no quiere decir que nunca te va a pasar. Nunca bebas con el estómago vacío. Esto es casi como enviar el alcohol directamente a la sangre y por lo tanto los efectos serán mucho más rápidos. Bebe despacio. Recuerda que la velocidad promedio de metabolización de un trago es una hora. Si tienes que trabajar al otro día haz la cuenta: el promedio para metabolizar tres copas es tres horas. Si te tomas media botella (375 ml) de un licor destilado necesitas aproximadamente 28 horas para metabolizarlo y eliminarlo. ¡Más de un día! No mezcles alcohol con bebidas energizantes: es una combinación que te puede llevar fácilmente a una sala de urgencias con síntomas como arritmia cardiaca, ansiedad, náuseas, convulsiones, irritabilidad y dolores de cabeza. Aprende a decir no, a parar cuando ya no te sientas bien y nunca fuerces a tus acompañantes a beber. Bebe siempre intercalando el trago con agua para mantenerte hidratado. Una buena táctica es mantener una copa de licor con agua en la mano (no se nota la diferencia), para quitarle la tentación a los demás de que te sirvan una copa tras otra, tras otra. |