Antes de los dos años, los bebés comienzan a recorrer toda la casa, jugando, explorando, trazando sus propios senderos.
Estos pasos iniciales, que parecen inseguros y que mantienen a los padres en estado de alerta, llegan después de un sabio proceso natural en el que el cuerpo se desarrolla comenzando por la cabeza, para alcanzar la posición y avanzar con ella.
Un buen desarrollo neuromusculoesquelético, es indispensable para que una persona pueda caminar, es decir, el cerebro debe funcionar correctamente, para que a su vez envíe señales a través de los nervios y músculos, que trabajan en conjunto con los huesos. Este desarrollo motor normal se alcanza si el bebé nace en buenas condiciones físicas y si ha tenido una nutrición adecuada.
Mas o menos a los tres meses el bebé comienza a controlar su postura por voluntad propia, cuando poco a poco adquiere mayor dominio de su cabeza. Este proceso continúa en dirección cefalocaudal, lo que quiere decir que después de la cabeza, el bebé aprenderá a manejar su tronco, las manos, y fortalecerá la espalda;Â posteriormente controlará las extremidades inferiores, incluyendo la posibilidad de mantener el equilibrio al sentarse y estar de pie.
Una forma efectiva de estimular el fortalecimiento muscular y el desarrollo del bebé en el momento en que ya sabe controlar la cabeza, es empleando almohadas o cojines. Colóquelos a su alrededor. De manera que el bebé quede medio sentado y empiece a jugar o a hablarle. Pronto comenzará a empujarse hacia adelante para alcanzar algún juguete o para tocar a quien tienen enfrente, fortaleciendo la columna y la espalda, y empleará los brazos con mayor precisión. Generalmente, entre los cuatro y los siete meses los bebés balancean su tronco y aprenden a sentarse, con ayuda o sin ella.
De pies y manos
Una vez el bebé ha aprendido a sentarse por sí mismo, llega otro momento decisivo en su proceso hacia sus primeros pasos. El gateo se inicia en algún momento entre los 7 y los 10 meses, con movimientos en los que los bebés emplean todo su cuerpo para alcanzar algún objeto, con su estómago levantado o sobre el suelo.
La señal de que se encuentran listos para caminar es que comienzan a moverse demasiado, se voltean, se sientan o se balancean empleando sus manos y rodillas. Toda esta actividad se debe a que están estirando sus músculos como preparación para el gateo. Algunos niños y niñas comienzan gateando hacia atrás, pero esto no representan ningún problema ni es algo anormal. No está claro por qué lo hacen, pero no es algo que deba preocupar a los padres.
Algunos bebés nunca llegan a gatear sino que comienzan a caminar de una vez, mientras que otros emplean otros métodos de desplazamiento diferentes del gateo antes de dar sus propios pasos de pie.
Los solitos
En términos generales, estos solitos se ven a partir de los ocho meses y hasta los doce, y entre el primer cumpleaños y los 14 meses es muy probable que comiencen a caminar definitivamente. Los primeros pasos pueden darse aferrados de la mano de un adulto, pero de ahí en delante es cuestión de días para que los bebes ya puedan atravesar la sala de n lado a otro con absoluta independencia.
En esta etapa resulta muy frecuente el uso de caminadores, artefactos que tienen tantos detractores como admiradores.
¿Si camina bien?
Es normal que abran las piernas en forma de arco para mantener el equilibrio, que tambaleen, que parezca que en todo momento se irán de bruces o que efectivamente se caigan, pero todo esto es parte del ritmo personal que cada bebé tiene hasta que logra una marcha adecuada, alrededor de los dos o tres años. Es en este momento cuando se puede determinar si el niño tiene algún trastorno ortopédico.
Cuando los hijos ya caminan, las principales preocupaciones de los padres son el puente y la alineación de las piernas. En cuanto a esta última, es normal que durante un tiempo los niños tiendan a caminar con los pies en forma de arco y posteriormente lo hagan ajustando las rodillas, pues el bebé está buscando la posición que mejor le permita caminar, pero estas situaciones se corrigen entre los seis y los nueve años, cuando las piernas adquieren la alineación definitiva.
Sobre el puente es importante aclarar que es una forma que el pie adopta con el crecimiento, pues todo ser humano nace con el pie plano. Es alrededor de los cinco años que comienza a verse un mayor desarrollo del arco plantar o puente, cuando el pie está creciendo y los músculos se hacen fuertes.
Durante los años de crecimiento, los bebés experimentarán con su cuerpo para lograr el estado de equilibrio. Es aconsejable dejarlos caminar descalzos con frecuencia sobre la arena, la grama o el piso, pues además de favorecer el desarrollo de sus pies, tendrán un contacto mas directo con la naturaleza y el mundo que los rodea.