Notas que el corazón se acelera cada vez más, la energía se apodera de tu cuerpo, los músculos se sueltan, tu mente ya quiere disfrutar los beneficios del ejercicio: calienta, estira, ponle toda la energía a tu actividad física, baja lentamente el ritmo, vuelve a estirar y siéntete satisfecho.

 

Respirar profundo es una recomendación que recibimos cuando vivimos momentos de estrés, ansiedad o rabia. Es posible que pienses: esto no soluciona la situación. Es cierto, pero sí cambia las emociones, marcando una gran diferencia.

Cuando llevamos oxígeno al cerebro tenemos la oportunidad de mejorar las ideas y pensar con más tranquilidad. Si eres aficionado a los deportes te habrás dado cuenta de que los atletas al final de las pruebas, por lo general, se equivocan en jugadas que normalmente no lo hacen, una de las explicaciones está en la ausencia de oxígeno.

Ten presente los siguientes ejercicios de respiración para aquellos momentos en los que necesites hacer una pausa y controlar las emociones:

 

Ideal para aplicar en instantes con alto grado de estrés.

  • Siéntate en una posición cómoda.
  • Cierra el lado derecho de la nariz, toma aire por la parte izquierda.
  • Tapa la parte izquierda y bota el aire por la derecha.
  • Repite el proceso invirtiendo los lados.
  • Lo ideal es que lo realices como mínimo en cinco ocasiones.

 

Recomendada para relajar el cuerpo en momentos de estrés medio.

  • Siéntate o acuéstate en una posición cómoda.
  • Ubica una mano sobre el abdomen y otra en el pecho.
  • Toma aire lentamente por la nariz, asegurándote de que se infle el abdomen y de que el pecho se mantenga quieto.
  • Expulsa el aire por la boca con los labios levemente separados.
  • Ayúdate con la mano para desinflar el aire del abdomen.
  • Repite el ejercicio 5 veces.

Desarrollado por el doctor Andrew Weil, director de Medicina Integral de la Universidad de Arizona, con el objetivo de aplicarse en los momentos donde el estrés esté acompañado de insomnio o dolor de espalda.

  • Siéntate con la espalda recta.
  • Cierra la boca y toma suficiente aire por la nariz mientras cuentas mentalmente cuatro segundos.
  • Sostén la respiración durante siete segundos.
  • Ubica la punta de la lengua detrás de los dientes frontales, donde comienza el paladar, y expulsa el aire durante 8 segundos al tiempo que realizas un fuerte ruido.

Recuerda que siempre habrá un buen momento para darte un tiempo y respirar.